-¿Me vas a perdonar?
-No lo sé. Necesito tiempo.
Él se quitó su reloj y se lo ajustó a la delicada muñeca de ella.
-Ahí tienes el mío. Hasta que no me lo devuelvas, todo se habrá parado para mí.
-Eso no es justo.
-Nada lo es. Ya deberías saberlo.
No tardó nada en quedarse muy quieto.
jueves, 19 de noviembre de 2009
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4 comentarios:
genial
jo, gracias!
-)
me dio triteza....igual es genial
la siguiente será alegre, para compensar. venga. va.
.-)
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