sábado, 25 de agosto de 2007

Mi bala roja.

Ayer utilicé uno de mis preciados dias vacacionales para ir a hacer una cosa que me fascina (eso, y que me pisoteen los ovarios. No sabría qué me gusta más): mi ITV (bueno, la mía no, la de mi coche) había caducado en febrero y ya me había cansado de conducir fuera de la ley... así es que fuí.
Glups.
Os ahorraré el tedio de relataros las pruebas (vejaciones) que tuvo que sufrir mi anciano coche para que acabasen determinando que había suspendido. Entonces me sobrevino la angustiosa sensación de cuando, tras haber ido a un exámen sin estudiar, te encuentras con el inevitable suspenso... y vas a hablar con el profesor a intentar defender lo indefendible de una manera convincente: las pupilas dilatadas, la cara más lastimosa que fuí capaz de poner, la voz dulcificada... con la diferencia de que ahora puedes apoyar esto con un escotazo.
Nada. Los tios de la ITV son incorruptibles, fríos... no hay nada que les haga bajar la guardia.
No sirvió ni el escote, ni los ojitos vidriosos, ni la promesa lastimosa de que, si me daba la preciada pegatina, yo de allí me iba a ponerle las ruedas más flamantes del mundo a mi bala roja.
Conclusión: es más fácil conseguir algún favor sexual de George Clooney, que cualquier tipo de favor de un mecánico de la ITV.
(mi dia de ayer: Primera ITV: 39,90€, ruedas nuevas -dos-: 128,90€, segunda ITV: 20€)
Se me ocurren mil maneras mejores de gastar mi escaso dinero... ¿y ahora qué hago? ¿me voy a sentarme al lado de mis ruedas nuevas para amortizar el gasto?
Ahora veo justificado el sueldo de Fernando Alonso... ¿¿tú sabes la cantidad de dinero que se debe de gastar en ruedas y en revisiones de la ITV??
Pobrecito.
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