domingo, 23 de noviembre de 2008

Envidia, cochina!


Ayer estuve en una fiesta (operación guateque, diría la pasma...) (la pasma, que es la policía de la sorpresa: cuando juran el cargo, luego todos gritan, inesperadamente "ME QUEDO MUERTA!!", o un enorme "ZASCA!!")... ay, que me voy por las ramas.
Bueno, estuve en una fiesta, y volví a morirme de envidia al ver con la soltura y desvergüenza con que se movía la muchachada (dios, parece que tengo 108 años... bueno, sigo). Sí, amigos, soy incapaz de bailar en público, y eso que en privado me descoyunto viva...!
Me muero de envidia, mientras como gran gesto bailón muevo uno de mis pies -el izquierdo-, y ya cuando he perdido todo sentido de la vergüenza... muevo un poquito el otro.
No sé qué pueñetero trauma infantil me impide moverme en público, pero a mí me encantaría poder bailar como una Flores cualquiera cada vez que suena musiquita... es mi ilusión, ya ves tú.
Lo peor viene cuando, después de un esfuerzo ímprobo, aparte de mover de forma inapreciable para el resto mis pies -alternativamente-, muevo pelín los hombros -aquí ya quemando las naves...-, y entonces se me acerca alguien -bailando descaradamente, como si no hubiese un mañana con agujetas, y me suelta un "¡venga, mujer, baila!"
Es entonces cuando mi furia hace acto de presencia y tengo que reprimir un grito furibundo: "¿¿¿PERO NO VES QUE ESTOY BAILANDO??? ¿QUE MIS MOVIMIENTOS DESAFÍAN TODAS LAS LEYES DE LA GRAVEDAD? ¿NO ES EVIDENTE? ¿ES QUE ESTÁS CIEGO?"... a cambio, todo movimiento de mi cuerpo cesa y sólo me sale un "es que no tengo facilidad...", a la vez que siento que menguo unos 20 centímetros...
Y en la fiesta nadie adivina que soy una loca bailonga en petit comité, que rompí una lámpara de un impetuoso manotazo mientras sonaba ACDC, que casi me desnuco saltando en la ducha, poseída por el espíritu de Tony Manero tras una apoplegía...
Nada de eso sabrán mis compañeros de guateque.
Una penita...
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