A veces
(sólo a veces)
sientes cómo se desprende un trocito de corazón.
No demasiado
No una parte vital...
Un gesto pequeño.
Un daño menor, tan doloroso como cortarse la yema de los dedos con el filo de un papel.
Y te sorprendes de conservar
(todavía)
un corazón al que dañar.
jueves, 15 de diciembre de 2011
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