Tarde de domingo. Tontorrona, como todas las tardes de domingo.
Dejo fluir la música por mi espalda y doy tregua a mi cerebro, obligado a sonreir con el gesto torcido hasta que crea que hay motivos para hacerlo.
Cierro los ojos y la tarde, tranquilamente, se convierte en noche.
Y la música que me acariciaba la espalda poco a poco sube por mi nuca hasta el oído para susurrarme, despacito, con la voz rota de Leonard Cohen "dance me to the end of love"...
por primera vez en el dia mi media sonrisa es genuina.
.-)
domingo, 10 de mayo de 2009
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