... y quién enderezará
tantas esquinas dobladas?
viernes, 17 de julio de 2009
¿Hasta qué punto?
¿cuál es la medida? ¿hasta qué punto he de tomarme en serio mi propia vida?
En más ocasiones de las que me gustaría reconocer (y que no lo haré si no es bajo tortura, negaré la invidencia aunque se me pille con las manos en argamasa), casi siempre en el coche -vaya usted a saber por qué... vaya, vaya!-, escuchando alguna canción sensiblera, me he visto llorando como una fontana cualquiera... y unos minutos más tarde me ha dado la risa pensando en cómo se me debe de ver desde afuera (aunque lo más seguro es que, lejos de reirse, seguramente alguien profundamente preocupado llamarían a urgencias psiquiátricas...), y me he visto dando imaginarias explicaciones en los semáforos, con los ojos encharcados, gritando por encima del excesivo volúmen de la radio "QUE DIGO QUE NO PASA NADA... QUE YA ESTOY BIEN... NO, NO, HE DICHO BIEN, NO MIEL!!... ES QUE RAMÓN NO ME QUIERE YA!!... ¿QUE QUÉ MAMÓN?... NOO... O SÍ... QUE DIGO QUE SE LLAMA RAMÓN, DIGO... RAMÓN, RAMÓN..!!... NO, NO LE DIGO A USTED, ES OTRO RAMÓN, A USTED NO LE QUIERO... SÍ, YA... QUE SI LE CONOCIESE LE QUERRÍA.. PERO NO ME DA TIEMPO A MÁS QUE A COGERLE CIERTA SIMPATÍA ANTES DE QUE CAMBIE A VERDE..!!"
Nunca sé dónde poner el límite entre el drama y la comedia, a partir de cuándo me puedo reir, si es mentalmente sano pasar del llanto a la risa, o si debería darle cancha a la tristeza... o al menos tomarme un poquito más en serio mi vida, mis dramas personales e intrasferibles... ¿no? ¿me corto las venas o las hago rubias? ¿mechas? ¿mechas de menos son canas de más? ¿es bueno quedarse con las canas? ¿un calvo saca a otro calvo?
Mientras tomo una decisión al respecto, seguiré pensando que el humor negro bien entendido empieza por uno mismo, que veinte años son 4 lustros (si han comido bien, lustrosos), que más vale pájaro al ast que ciento cagando en mi terraza, que a cojón visto, tortícolis macho... y todas esas cosas, pequeñas o no.
Y eso.
En más ocasiones de las que me gustaría reconocer (y que no lo haré si no es bajo tortura, negaré la invidencia aunque se me pille con las manos en argamasa), casi siempre en el coche -vaya usted a saber por qué... vaya, vaya!-, escuchando alguna canción sensiblera, me he visto llorando como una fontana cualquiera... y unos minutos más tarde me ha dado la risa pensando en cómo se me debe de ver desde afuera (aunque lo más seguro es que, lejos de reirse, seguramente alguien profundamente preocupado llamarían a urgencias psiquiátricas...), y me he visto dando imaginarias explicaciones en los semáforos, con los ojos encharcados, gritando por encima del excesivo volúmen de la radio "QUE DIGO QUE NO PASA NADA... QUE YA ESTOY BIEN... NO, NO, HE DICHO BIEN, NO MIEL!!... ES QUE RAMÓN NO ME QUIERE YA!!... ¿QUE QUÉ MAMÓN?... NOO... O SÍ... QUE DIGO QUE SE LLAMA RAMÓN, DIGO... RAMÓN, RAMÓN..!!... NO, NO LE DIGO A USTED, ES OTRO RAMÓN, A USTED NO LE QUIERO... SÍ, YA... QUE SI LE CONOCIESE LE QUERRÍA.. PERO NO ME DA TIEMPO A MÁS QUE A COGERLE CIERTA SIMPATÍA ANTES DE QUE CAMBIE A VERDE..!!"
Nunca sé dónde poner el límite entre el drama y la comedia, a partir de cuándo me puedo reir, si es mentalmente sano pasar del llanto a la risa, o si debería darle cancha a la tristeza... o al menos tomarme un poquito más en serio mi vida, mis dramas personales e intrasferibles... ¿no? ¿me corto las venas o las hago rubias? ¿mechas? ¿mechas de menos son canas de más? ¿es bueno quedarse con las canas? ¿un calvo saca a otro calvo?
Mientras tomo una decisión al respecto, seguiré pensando que el humor negro bien entendido empieza por uno mismo, que veinte años son 4 lustros (si han comido bien, lustrosos), que más vale pájaro al ast que ciento cagando en mi terraza, que a cojón visto, tortícolis macho... y todas esas cosas, pequeñas o no.
Y eso.
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