Mi pequeño atractor de desgracias ha vuelto a ejercer su influjo. Sí, señor. Así es él.
Así es mi coche...
Y yo, que no creo en la mala suerte, empiezo a pensar que lo que pasa es que en esta ciudad hay mucha envidia (si estuviésemos en la huerta, además, habría mucha endivia, pero eso es harina (flow) de otro paquete..), mucho síndrome de Stehndal -de verdad, me da lo mismo que la hache no vaya ahí... que fluya (flow!)!- sin diagnosticar... que no se aguanta tanta belleza recogida en el enjuto cuerpo de mi golf añoso, y que la gente se ve abocada a tratar de mutilarlo para hacer más llevadera su miserable existencia, donde no se asimila tal cúmulo de virtudes, ese regalo a la vista que es (también, según palabras de mi amigo Paquito "es que tu coche es muy goloso"... pero eso sería simplificar el asunto. Y no)
A la Venus de Milo ya le pasó... ya hay antecedentes.
Mi coche, amputado de sus retrovisores, no ha hecho más que entrar de cabeza en la leyenda, se ha creado un mito, un mártir de la causa (no sé de cuál, pero yo lo dejo ahí, en el aire.. rollo abierto... alguna causa habrá que le encaje), un icono!
Para los que, con ese afán de crear historia -no me cabe otra opción en la cabeza hasta que haga sitio vía lobotomía, o lobototuya, si te la hacen a tí-, han procedido a extirpar los retrovisores, sólo una palabras: SI OS LLEGO A PILLAR, OS ARRANCO LA CABEZA.
(pero no por maldad, ni por venganza... es que el dichoso síndrome nos afecta a todos).
Retransmitiendo desde el cariño,
Yo Misma.
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