domingo, 8 de junio de 2008

Con las bragas en la mano


Ayer cometí una temeridad.
Sí... me la jugué. Lo sé. Puse en peligro mi integridad.
Así, a lo loco, sin pensar en las consecuencias...
Ayer me probé un bikini.
He llegado a la conclusión de que si, por algún extraño y retorcido motivo se me ocurre ir a la playa este verano, iré desnuda (a una playa de desnudismo).
Porque es preferible enseñar toda la chicha de golpe que exponerse al indeseable efecto-morcilla ...
Es igual que el efecto braga-faja-pantalón... no hay mejor forma de adelantar que esa noche pillas cacho que ponerse unas bragas enormes constrictivas. y si son de color carne, te puedes dar por poseída antes, incluso, de salir de casa. Es preferible que, llegado el momento en el que las super bragas hayan arrastrado irremediablemente al irresistible efebo de turno (porque le ha sido revelado que así ha de ser... Y eso no se lo puede cuestionar nadie) -el mismo tio que se mostró impasible en dia que ibas perfectamente depilada y llevabas unas carísimas bragas de La Perla (o La Perra, según modelos... que los hay guarrones del todo...)-, pues eso, que es preferible que pongas a funcionar el plan-b para emergencias de corsetería y te quites a la vez las bragas con la ropa de fuera.
Es mi consejo.
Es mejor que piense que eres una verdadera guarrilla que va en plan comando (sin hacer caso del refrán preferido de mi madre: A LA QUE NO LLEVA BRAGAS, LAS COSTURAS LE HACEN LLAGAS) que que un ojo humano macho llegue a colisionar con semejante visión. Nunca se recuperaría de ese golpe, y ni siquiera aprendiendo a bailar boca abajo en una barra conseguirás hacerle olvidar lo que ha visto (si es que no pierde las retinas)
Y si eres capaz de agarrar más fuerte y arrancarte los pelos de las ingles (que según la ley de la Sra. Murphy también llevarás por estadística chunga...) en el mismo tirón, mucho mejor.
Es mi consejo.
Ea.
(eeh? aaah!)
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