Cada uno en su casita.
A salvo.
Todos a cubierto.
Tenemos suerte de haber nacido aquí y no en África (pobrecitos, ellos sí están mal. Les daremos arroz con una mano mientras escarbamos su tierra en busca de diamantes con la otra)
Se escucha ruido fuera. Pero es fuera.
Qué pena lo de Haití, ¿me pasas la sal?.
Explota una nuclear en Japón. Pobrecitos. Lo superarán porque son tenaces y educados (pero cuidado que no traigan su radiactividad aquí, lo dejarían todo perdido).
Los árabes se rebelan contra sus tiranos, ayudaremos a los que tengan petróleo (a todos no se puede, entiéndanlo).
Nuestros políticos nos roban, pero todos lo hacen (y para que roben otros, que roben estos que ya les conocemos, qué más da).
En Grecia están peor, pero tienen la dieta mediterránea.
Nuestro país se arruina por culpa de la especulación salvaje de los bancos. Démosles más dinero, los yates no son baratos.
Nos saltan las lágrimas viendo morir de enfermedades que tienen cura a niños de otro color en algún sitio caluroso y subimos la noticia a twitter desde nuestros iPads (obsoletos antes de sacarlos de su caja), fabricados con el metal responsable de guerras salvajes y de que mueran en algún sitio caluroso niños de otro color por enfermedades que tienen cura. Pásalo.
La cabeza que sobresale es la que se lleva los golpes. Bajemos las nuestras (con suerte el golpe se lo llevará el vecino)
La corrupción nos indigna mientras pensamos "donde vayas, de los tuyos tengas" (si buscas a alguien, yo tengo un amigo que te lo haría por la mitad).
Y mientras medio mundo muere de hambre, el otro medio se pone a dieta.
Si a los islandeses les ha hervido la sangre, con el frío que hace allí, ¿qué cojones nos corre a nosotros por las venas?
lunes, 11 de abril de 2011
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