Póngase el sujeto frente al otro sujeto susceptible de ser 'sujeto' a continuación.
Es recomendable hacer algún tipo de estiramiento antes de ejecutar el ejercicio, o como mínimo ir aumentando paulatinamente la intensidad del abrazo. Puede resultar dañino un excesivo énfasis, así como poco efectiva una aplicación laxa. En estos casos es vital ser precisos.
Acérquese a la persona que se pretende abrazar de frente (por la espalda sólo se suelen dar cuando existe intimidad entre los participantes. De otra forma, crea desconcierto o se puede interpretar como una amenaza).
Coloque su pecho lo más cerca posible del pecho ajeno. Una vez realizado este acercamiento, pase sus brazos alrededor del cuerpo del abrazado hasta encontrarse el uno con el complementario en la espalda que no resulte ser la suya. Es el momento de ejercer presión, que conviene que vaya "in crescendo". Manténgase así el tiempo necesario, según el propósito deseado al iniciar el ejercicio: hasta calmar al abrazado, si el motivo es tristeza, o hasta que mágicamente las prendas de ropa se separen educadamente del cuerpo que las sostiene si el propósito es el contrario (o no) a la calma. En este caso las manos cobran evidente protagonismo, al igual que los besos.
Si el abrazo se realiza por la espalda con fines amorosos, puede usted convertir este acto en algo especialmente reseñable si besa la nuca del sujeto, ahora sujeto.
También se aceptará con agrado alguna palabra susurrada al oído.
Realice toda esta maniobra mientras baja una escalera, si es usted Cortázar.
(¿Se nota demasiado que necesito uno de estos? No conteste.)
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