Ayer me llegó en una bolsa, como si de un cadáver se tratase, el resumen de mi último fin de semana pasado en Barcelona: Una falda, 4 pares de calcetines y otros tantos pares de bragas (limpias), que dejé olvidadas en el hotel.
Dado que no estuve sola en el hotel, y lo raro de mi descuido, estoy tentada de enviar un telegrama al mismo aclarando la historia. O al menos, aclarar que en el momento del check-out, llevaba la parte de abajo de la vestimenta y ropa interior, y que mi ojo morado fué un accidente...
Aunque creo que no lo haré.
Estoy segura de que lo que imaginen superará con creces la realidad... O no. (¿se fué tan obnubilada que perdió la memoria? ¿llevaba una bomba en las bragas que pretendía hacer estallar en el hotel, y por error se llevó las que no eran y ahora le han estallado los genitales -o gitanales- vaya usted a saber dónde..? ¿es de ese tipo de multimillonarias excéntricas que usa sólamente una vez la ropa y luego la tira? ¿y si es así, por qué la falda no era carísima? ¿sabe aquello de que "hagas lo que hagas, ponte bragas"? ¿ignora quizás que a la que no lleva bragas, las costuran le hacen llagas...?)
Del ojo morado estoy segura de que no dudan... no serviría de nada explicarles la verdad, así es que no lo haré.
(lo que está claro es que no pienso volver a ese hotel...)
(creo que empezaré a crear mi propia leyenda: iré de hotel en hotel dejando bragas y calcetines, hasta conseguir que se hable de mí, con las consiguientes exageraciones: que si mide 3 metros... que si cuando se va, va en salto de cama... que si mi madre tuviese ruedas sería una bicicleta...)
martes, 11 de noviembre de 2008
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