No sé cómo habló Zaratustra.
Confundo contínuamente la derecha con la izquierda.
No me sé pintar los ojos sin que estos cobren un aspecto dramático o prostibular.
Me da asco que la gente bese en la boca a sus perros.
No administro bien mi dinero porque me importa entre poco y nada.
Juzgo a la gente a primera vista, y me como mis juicios con patatas la segunda vez que miro.
Me hablo demasiado.
Tengo un excesivo sentido del ridículo. También del ridículo de los demás.
Me da pereza el bricolaje hogareño.
No lloro nunca en público, aunque me derrame a mares en privado.
Envidio a la gente bien peinada.
No soy nada práctica, prácticamente nada.
No sé pedir cariño cuando lo necesito de verdad. Lo hago tan mal que consigo lo contrario.
No sé decir adiós.
Añoro lo que nunca sucedió.
No tengo punto medio, ni medio punto.
Soy demasiado pudorosa para hacer buenas fotos.
Presiento las cosas, pero jamás lo admitiré por no parecer perturbada (bastante tengo con no saber pintarme los ojos).
Me decepciona decepcionar.
Necesito que me quieran...
No perdono que no me perdonen.
domingo, 9 de enero de 2011
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2 comentarios:
Coincidencia total. Tampoco sé pintarme los ojos sin parecer lo que no soy.
yo he optado por pintarme las gafas. Más duradero.
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