sábado, 18 de septiembre de 2010

Lertsa desrodeandas.

Y en la mitad de mi caos
encontré tu deseo
/lo daba por perdido/
por incendiar mis naves.
Lástima, no recuerdo
dónde las dejé.

3 comentarios:

Darío dijo...

Te quedaste sin naves, pero con el deseo en la mano...

Ana Ce Zeta dijo...

El deseo procuro tenerlo siempre al alcance de las manos.

adam dijo...

¿las naves?

Ocultas por el fuego.

Es lo que tiene el deseo.

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