lunes, 19 de julio de 2010

Sleeper.



Allá voy, hoy lo admito: me he quedado sin casa de forma momentánea (falta acotar ese "momentánea", claro. Ahí tenemos la base de mi conflicto).
Todo es en pro de un bien mayor; bueno, de un piso mayor, más bien.
Cedo la mitad de mi cielo abierto a un prosáico techo que acote mi sueño. Vamos, que me hago una habitación en El Sitio Anteriormente Conocido Como Terraza, pero la otra definición me hacía quedar como con un mundo interior, con ese rollo misterioso que tanto gusta a los hombres de marcados abdominales que salen todo el tiempo del agua sin utilizar JAMÁS (aunque les venga a mano) las escalerillas que a tal efecto colocan en las calas de aguas cristalinas para subir a las plataformas... no sé si se me ha entendido el concepto. Si, me dicen que sí. Ok.
He dedicado los últimos 3 años a pensar en cómo sería esa ansiada ampliación de mi hogar, pero ni un sólo minuto a pensar en qué haría cuando esa misma reforma me escupiese fuera de mi casa durante, al menos, un mes.
Así soy yo. Es parte de mi encanto.
Ahora me he convertido en una homeless despistada, desplazando mis bragas de una parte a otra de la ciudad, desparramando mi sueño por los sofás de todos y cada uno de mis amigos, a los que rara vez puedo devolver el favor de su acogida porque no son tan domésticamente inestables como yo.
Y cada vez que me pasa (habréis intuido que no es la primera vez que me quedo compuesta y sin hogar), no deja de sorprenderme gratamente el comprobar la generosidad de mis amigos, hasta tal punto que casi me veo abocada a cambiar de sofá casi a diario porque, de otra forma, habrá acabado la reforma en mi casa y no habré tenido tiempo suficiente para parasitar todas y cada una de las casas que me han ofrecido.
Yo procuro ser una huésped modélica: pongo los ronquidos en modo off, hago acopio de conversaciones que puedan interesar a mi anfitrión, ensayo posturas para dormir que resulten estéticas, ya que suelo dormir en los salones, y guardo los mejores sueños para dejarlos como recuerdo.
Home, sweet friends.
(Gracias!)

2 comentarios:

Darío dijo...

Supongo que ya se habrá presentado un alma caritativa...

Ana Ce Zeta dijo...

Inexplicablemente, parece que han fumigado la ciudad con alguna sustancia enajenante que ha hecho que cunda la generosidad entre mis allegados.
.-))

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