Ya está. Desisto. Hasta aquí hemos llegado... yo creo que ya he tenido bastante.
Hoy tiro la toalla, y no metafóricamente: hoy tiro la toalla color ala de mosca, que no consigo sacar a luz.
Me sale mucho más rentable comprar un ajuar nuevo cada vez que empiezan a coger ese desesperante color (de verdad, juro por la vida de mi Panchita que JAMÁS mezclo la ropa de cualquier color y la blanca... no entiendo mi vida!) que seguir probando absolutamente todos los blanqueadores del mercado, que me falta echarle a la colada un tubo de pasta dental como última y desesperada medida drástica.
Sí, amigos: soy el ama de casa más desastrosa de la historia.
Si alguna vez tengo hijos, perderé la custodia por ausencia de blanco puro (esto, seguro, está especificado en la convención de Ginebra -u otra bebida espirituosa de alta gradación- como tortura. Lo sé).
Y lo entenderé.
Y será justo.
Las cosas como son.
Básicamente, color ala de mosca.
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