sábado, 31 de enero de 2009

Super nanny poppins


Yo me imaginaba que a estas alturas de mi vida, si no había sido bendecida con un marido y un par de hermosos retoños sería porque entre polvo y polvo no me quedaba tiempo más que para descorchar otra botella de vino, servirlo sobre el ombligo del hombre solícito de turno, y brindar por la cándida adolescencia.
De verdad, no sé qué ha pasado... ni dónde están los ombligos que soñé, ni por qué no utilizo copas para el vino, con lo incómodos que son los ombligos..
En lugar de eso, hoy cuido de los retoños de mi hermana (que sí... que los quiero un montón, que son muy monos... todo eso... pero yo en la distancia los veo mejor. Se llama hipermetropía a lo mío), mientras mi perra ronca a mis pies y todos tienen plan menos yo.
Ya he hecho tartas, pintado un cuaderno entero, he hecho el árbol genealógico de toda la fauna del pleistoceno, y contado hasta el infinito dos veces...
En algún momento todo se torció.
Por favor, quiero que me devuelvan, si es posible, a los hombres de fácil desnudar que por derecho me corresponden. Ha debido de haber algún error en el reparto.
No tomaré represalias si se me devuelve mi superficial vida en un plazo de 24 horas de 60 minutos cada una.
Gracias.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Ana, eres puro estímulo :-) Incluso cuando se te adivina triste y fácil de adivinar...
Supongo que mereces lo que demandas, que los momentos injustos son demasiados, que la lujuria mal entendida nos confunde y que la pasión afortunadamente mantiene viva la esperanza... ¡Pero tú solita ya eres pura pasíón!
Qué placer leerte... :-)

Ana Ce Zeta dijo...

JaPon... qué majo!
no he entendido lo de la lujuria mal entendida, pero oye, que sí...
me has hecho ponerme roja...!
voy a poner las flores en un jarrón-yon.

La Violeta dijo...

Jopé, vaya admirador ardiente tienes! Quién lo tuviera...
Yo estoy a puntito de entrar en la situación de ser tía. Mi cuñada está en este momento en la sala de partos, empujando a mi sobrina Martina.
Ya te contaré dentro de unos años...

Anónimo dijo...

De vez en cuando es necesario negociar con la lujuria para que no te nuble la razón... ¿A ti no te pasa?
Pobres de nosotros, que somos romáticos tontorrones y aparecemos como libidinosos perversos poseídos por la lujuria... mal entendida... :-)

La lucidez de la Violeta y el sonrojo del que no consigo recuperarme me tienen con la voz en un puño, salivosa, malamente respirable, pero con sonrisa de imbécil...
¡soy asquerosamente transparente! Y lo peor es que me gusta... :-)

Ana Ce Zeta dijo...

Mi lujuria y yo hemos hecho las paces, afortunadamente...!

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