Pues sí, me equivoqué.
Acerté con el concepto, pero fallé en la medida.
Yo sabía -porque he tenido perros antes, aunque eran bastante más grandes-, que son un imán para los hombres: tú sales a pasear con un perro y antes de que te des cuenta, los hombres se agolpan a tu alrededor para alabar lo musculoso que es tu animal, lo mucho que corre... y si se tercia, anotar tu teléfono con la excusa de preguntarte más tarde el nombre del pienso que come.
Bien, pues movida por esa nada egoísta idea, adopté a Panchita (bueno, no sólo por eso, vaaale...).
Bien. Rebien. Esto va a ser como pescar en un estanque.
Así es que me preparo para nuestro primer paseo: Panchita con su nuevo y flamante collar y yo con mis mejores galas de "voy super mona, pero ha de parecer que me he puesto lo primero que he pillado por casa". Eso, y mi agenda preparada para recibir nuevas entradas.
Bien. Rebien. Todo listo.
Nota: si pretendéis ligar VOSOTRAS, y sois heterosexuales, nunca (repito: NUNCA) elijáis un perro diminuto como mascota.
Efectivamente, nuestros paseos duran horas, y no precisamente porque ellos no encuentren un boli para anotar mi teléfono: mi perra sólo atrae la atención de tias pijas, niños/as, abuelos paralíticos que quieren tocar un perrito en su casi lecho de muerte y hordas de gays.
Se me oye llegar de lejos bajo una nube de "oooh, pero qué cositaaaa!!", exclamación que en labios de un hombre machote me causaría un shock, seguro.
En fin.
Habrá que quererla por otras razones, me temo...
martes, 21 de agosto de 2007
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