">
I want you to notice
When I'm not around.
(Your skin makes me cry...)
jueves, 28 de julio de 2011
lunes, 18 de julio de 2011
viernes, 15 de julio de 2011
sábado, 9 de julio de 2011
martes, 5 de julio de 2011
lunes, 4 de julio de 2011
Y poco más
De adivinar que te gusta cortito de café, pero con dos de azúcar.
De contar los segundos que tardas en abrir los ojos cuando te despiertas.
De encontrarte las cosquillas.
De buscarte el corazón, corazón.
De cuidarte la sonrisa.
Tengo ganas.
De contar los segundos que tardas en abrir los ojos cuando te despiertas.
De encontrarte las cosquillas.
De buscarte el corazón, corazón.
De cuidarte la sonrisa.
Tengo ganas.
domingo, 3 de julio de 2011
martes, 28 de junio de 2011
viernes, 10 de junio de 2011
Pretéritos.
Era lo que más le gustaba de él: Tenía el pelo más suave que había tocado nunca.
Así de simple. Por encima de su brillantez siempre estuvo su pelo.
Porque si de algo sabía era de pelos (una extraña manía heredada).
En verano, cuando el sol le incidía de una determinada forma y sólo en un ángulo concreto, guiñaba el ojo derecho en un involuntario y delicioso gesto que siempre le sacaba una sonrisa. Le hacía parecer tan jóven como cuando se conocieron, hacía ya una vida eterna.
Le resultaba enternecedor la forma dramática y repentina con que se detenía cuando caminaban por la calle y algo en la conversación le sorprendía. Jamás consiguió anticiparse a ese momento; siempre le dejaba un paso y medio por delante.
En general, le gustaba cada gesto que delataba que no era perfecto. Ella siempre odió la perfección. No se la creía.
En algún lugar, alguien hace esta misma descripción con un leve ajuste del tiempo verbal.
La gramática, años después de dejar el colegio, volvía para abofetearle el corazón.
spotify:track:7vFvNkLLb2AEiMGESPgpH5
Así de simple. Por encima de su brillantez siempre estuvo su pelo.
Porque si de algo sabía era de pelos (una extraña manía heredada).
En verano, cuando el sol le incidía de una determinada forma y sólo en un ángulo concreto, guiñaba el ojo derecho en un involuntario y delicioso gesto que siempre le sacaba una sonrisa. Le hacía parecer tan jóven como cuando se conocieron, hacía ya una vida eterna.
Le resultaba enternecedor la forma dramática y repentina con que se detenía cuando caminaban por la calle y algo en la conversación le sorprendía. Jamás consiguió anticiparse a ese momento; siempre le dejaba un paso y medio por delante.
En general, le gustaba cada gesto que delataba que no era perfecto. Ella siempre odió la perfección. No se la creía.
En algún lugar, alguien hace esta misma descripción con un leve ajuste del tiempo verbal.
La gramática, años después de dejar el colegio, volvía para abofetearle el corazón.
spotify:track:7vFvNkLLb2AEiMGESPgpH5
Suscribirse a:
Entradas (Atom)