martes, 6 de mayo de 2008
Confesiones II (el regreso)
Esto de confesar atrocidades personales es como el tuning... nunca sabes dónde parar (de esto doy fe. Mi vespa está más tuneada que las de quadrophenia... y porque no tengo más dinero...)!
Hoy confesaré, también, que Risto me pone tontorrona (por decirlo finamente... porque lo que me pone es ultra burra). Sí, no me gustan los tios simpáticos. No me gustan los que te hacen la vida fácil, los que te cojen de la manita por la calle (esto último me da un calor horroroso... y mi impulso es empujarlos a la calzada cuando pasa un coche rápido -no lo suelo hacer, pero una vocecita dentro de mí me lo ordena. Poderosamente, por supuesto-), los que te miran embobados, como lobotomizados por mi belleza incuestionable... En fin, que coincido con Fernán-gómez (qué grande era/es) en mi gusto por la gente insociable, políticamente incorrecta, controvertida, los corrosivos, los que te acaban sacando de quicio, de tus casillas y de tus hotelillos del monopoly... Será que tengo una venita masoca (bueno, una arteria masoca, igual), será que me va la marcha... será que no quiero cometer un crimen del que luego me arrepienta (o no, pero que igualmente me llevaría al trullo, y ahí no hay wi-fi), será por lo que sea, estoy destinada a enamorarme una y otra vez del equivalente masculino a la sosa cáustica.
Aysh... es que son tan monos...(juro que me lo haré mirar, de verdad. De la buena ("mira qué verdad llevo hoy... fresquita... que la tengo vivaaa!") (¿?)
(eso sí, abstenerse de apagarme cigarrillos en la espalda, que tengo la piel muy sensible, y además me molesta el humo. Horrores)
(Horrores... bonito nombre)
(Maria Horrores Pradera)
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1 comentario:
Pues a mí me pone House...ya ves...
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